De cuando los romanos anduvieron en Algaidas

            El mundo romano forma parte de nuestra cultura y del imaginario colectivo. Sea por las múltiples y repetidas películas de Hollywood, tales como Ben-Hur, Marco Antonio y Cleopatra, Espartaco, Quo Vadis? o Gladiator, entre otras muchas, todos nosotros tenemos nociones básicas de la civilización romana. Nombres como Julio César, Augusto (Octavio), Nerón o Calígula nos suenan en mayor o menor medida, pero ¿qué sabemos, realmente, de la civilización romana? Más allá de las producciones cinematográficas o la literatura, son muchas las certezas históricas y arqueológicas que tenemos sobre esta cultura, que es la base y origen de la nuestra.

            La civilización romana extendió sus legiones (las más potentes del momento), cultura y arquitectura por buena parte de la actual Europa, Asia y Norte de África, conformando un Imperio hasta entonces desconocido. Gran parte de su éxito se basaba en una buena administración así como en la fundación de múltiples ciudades y, en muchos casos, la alianza con la población autóctona la cual, mediante el pago de un impuesto, podía conservar sus costumbres y religiosidad, siempre y cuando adoptara unas ‘nuevas condiciones’ leales al nuevo poder. La extensión del latín, de un sistema monetario y métrico unitario, de unas leyes únicas, de un canon arquitectónico fácilmente reconocible así como de unos dioses comunes a toda la población, entre otras muchas cosas (vestimenta, administración, recaudación de impuestos, etc.) hizo que el Imperio Romano sobreviviera más de 400 años. ¿Cómo se extendía todo ese ‘paquete romanizador’? A través de las múltiples calzadas que los romanos construían por todo el Imperio, de ahí el dicho: todos los caminos llevan a Roma.

            La provincia de Málaga no fue ajena a la ocupación latina sino que, desde muy pronto, los romanos sintieron especial atracción por estas tierras. Debemos comprender que era ésta una civilización eminentemente ‘práctica’ y se asentaba o explotaba las tierras con mayores posibilidades económicas por lo que la Bética en general y Málaga en particular siempre estuvo densamente poblada por los romanos. Las amplias llanuras de Antequera, Archidona, Alameda y los pueblos cercanos, eran y siguen siendo, zonas muy fértiles para la producción de cereal y aceite (a lo que se unía en aquella época la producción de vino, elaboración de cerámica y extracción de piedra en las canteras), siendo éstos algunos de los pilares de la economía romana. Fundaron varias ciudades en estos territorios: Singilia Barba, Antikaria, Ulisi y Oscua (éstas últimas de ubicación desconocida). Alrededor de las ciudades, se emplazaban múltiples villae las cuales, además de servir de residencia a la población, eran importantes centros económicos donde se producía aceite, vino o se elaboraba cerámica en los alfares. No debemos olvidar que estas tierras del interior malagueño estaban surcadas por varios ríos y riachuelos y, lo más importante: por aquí pasaban algunas de las vías romanas más importantes del sur peninsular, las que conectaban esta zona con la costa (donde se producía el famoso garum) así como con el interior de Hispania.

            ¿Qué pasó con Villanueva de Algaidas? Evidentemente, el actual municipio no fue ajeno a la cultura romana. Estas tierras poseían mucha riqueza económica pues, además de ser muy húmedas y tener varios ríos, poseían grandes llanuras para la producción de aceite, cereal y vino y amplias zonas de cantera para la extracción de piedra, material de primera necesidad para la arquitectura romana. Ciertamente, es muy poco lo que sabemos acerca de la presencia romana en nuestro municipio pero, gracias a los hallazgos casuales, a algunas prospecciones antiguas y a la actual labor de investigación, cada vez conocemos mejor nuestros orígenes latinos.

            Las evidencias más antiguas se remontan al siglo I de nuestra era, a la época altoimperial. Se han documentado varias necrópolis o enterramientos dispersos por varios lugares: unos se encuentran en la ladera noroeste del cerro de la Atalaya, otros cercanos al arroyo Bebedero y otra necrópolis se ubica en la zona de Zamarra, siendo ésta la mejor conocida. Todas ellas se encuentran muy arrasadas y destruidas, pero, cuando se descubrieron en los años  80, sacaron a la luz un rico ajuar compuesto de anillos, cuentas de collar, cerámica y restos óseos pertenecientes al siglo I. Las necrópolis estarían asociadas a villae o zonas de población, las cuales aún no se han documentado en la zona de la Atalaya aunque la locación de objetos dispersos como algunas monedas bajoimperiales así como un herma que representa al dios Dioniso (Baco, para los romanos) que es la que vemos en la imagen, indica una continuidad poblacional en esta zona, al menos, hasta el bajoimperio (siglos III-IV). Respecto a la necrópolis hallada en Zamarra, sí hay evidencias de una villa rústica asociada a la misma gracias a los múltiples hallazgos cerámicos y, cómo indica el catálogo del IAPH: Los materiales parecen hablar de una villa con una larga perduración, que comenzaría en el siglo I d.C. y se prolongaría hasta época bajoimperial, como parecen atestiguar los fragmentos de sigillata clara estampada’.

            Sin embargo, no son los únicos vestigios romanos que existen en nuestro pueblo. El actual ‘Puente Viejo’ o puente sobre el arroyo Bebedero-Burriana tiene una base romana pues dichos sillares, de procedencia desconocida, tienen una clara elaboración romana así como muchos de los sillares utilizados para la construcción del cercano Convento de Nuestra Señora de la Consolación por lo que debió existir un asentamiento no muy lejano. Relacionado con esto, en el cerro de la Villeta (tras el convento) hay una gran concentración de cerámica romana mientras que el propio nombre de ‘Villeta’ hace pensar en una posible villa de época romana. Dispersos por múltiples lugares de nuestros campos o cortijos podemos encontrar restos cerámicos, sillares romanos, así como en el paraje de las Peñas se enclava la llamada ‘Era Romana’ de difícil adscripción cronológica mientras que aún no se ha documentado el poblamiento asociado a la misma. Lo que está claro es que todos los hallazgos encontrados hasta el momento nos hablan de un poblamiento romano desde el siglo I hasta, al menos, el siglo IV, ocupación dispersa en algunas villae rústicas que se dedicaban a la explotación de las ricas tierras del entorno. Desconocemos por el momento quiénes eran sus habitantes, su poder adquisitivo, el lugar concreto de estos asentamientos y el alcance real de este poblamiento romano en nuestro municipio. Incógnitas que sólo la arqueología, la investigación histórica y la colaboración ciudadana pueden esclarecer aunque estamos seguros de que estas tierras nos depararán muchas sorpresas. 


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